Las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) y Discapacidad Intelectual (DI) reciben poco apoyo cuando superan la adolescencia
El Centro Mare de Déu de Montserrat conmemora este sábado 2 de abril el Día Mundial de la concienciación sobre el Autismo, promovido desde 2007 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el objetivo de poner de relieve la necesidad de contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) y promover su inclusión en todos los aspectos de la sociedad. Hablamos con Isaac Riera, psicólogo de una de las unidades residenciales del Centro, que nos explica la falta de apoyo que sufren las personas con TEA y Discapacidad Intelectual (DI) una vez llegan a la edad adulta.
«Las personas que presentan TEA y DI tienen a su disposición varios recursos sociales y dispositivos en el ámbito sanitario que les prestan apoyo para su desarrollo durante la etapa infantil y adolescente. El problema llega cuando estos usuarios dan el paso hacia la edad adulta y deben dejar atrás la escuela de educación especial, abandonando también su vinculación con estos dispositivos. En esta etapa reciben poco apoyo, lo que evidencia que hay carencias importantes en este aspecto», afirma Riera, poniendo énfasis en las necesidades que tiene el sector hoy en día. Las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús pretenden dar respuesta a estas necesidades ofreciendo atención a estas personas cuando ya son adultas a través de su Centro de Caldes de Malavella, que se ha convertido en referente en la atención a los casos de discapacidad intelectual de gran complejidad.
Riera señala los dos grandes cajones de dificultad para los usuarios con TEA, a partir de los cuales se trabaja para ayudar a los usuarios. «El primero es el de la comunicación y la interacción social. Son personas que presentan dificultades para recibir información del entorno, por lo que requieren de espacios favorecedores, con muchos soportes visuales y que les ofrezcan herramientas que faciliten esta comunicación. La segunda gran dificultad hace referencia a la rigidez conductual y la gestión de los cambios en el día a día, y es por ello que debemos generar a las personas de este perfil un entorno muy ordenado y rutinario, que permita enfocar fácilmente las transiciones entre actividades», comenta.
Rutina y un entorno estructurado como terapia
Con el fin de ofrecer a las personas con TEA y DI este contexto favorecedor, el Centro Mare de Déu de Montserrat utiliza el llamado método TEACCH, empleado desde hace años en el ámbito de la enseñanza, pero que las Hermanas Hospitalarias aplicaron de forma pionera en el entorno residencial en Caldes de Malavella. «Los usuarios de este perfil tienen muchos problemas para adaptarse a nuevos ambientes y lo que promueve el método TEACCH es plantear el entorno teniendo muy en cuenta las características de las personas con autismo. Atendemos sus dificultades para gestionar los cambios ofreciendo ambientes muy rutinarios, aseados y estructurados, lo que ayuda a reducir conductas desafiantes agravadas por situaciones estresantes. En cuanto a las dificultades de comunicación, les brindamos entornos muy explicativos con estímulos sensoriales que informen al usuario en cada momento lo que se espera de él, facilitando conductas cada vez más adaptativas sobre la base del soporte conductual positivo», dice Riera.
El Centro Mare de Déu de Montserrat, desde 2016, puso en funcionamiento el programa TEADI para transformar un espacio residencial en torno a los principios de la metodología TEACCH. Se reformularon varios ambientes del recinto para convertir el entorno de los usuarios con TEA y DI en un espacio lo más informador posible, con diferentes salas donde el color es indicativo de la tarea o dinámica que se va a realizar, colocando varios elementos que lo refuerzan. Desde que se empezó a desarrollar, las alteraciones de conducta descendieron drásticamente, así como la necesidad de llevar a cabo contenciones mecánicas o de llevar a cabo tratamientos farmacológicos.